Las dosas son una especie de crepes al estilo indio. Toman algo más de tiempo que la receta francesa, pero no porque haya que trabajar más, quien trabaja es la madre naturaleza que nos entrega el alimento ya casi que digerido, lo cual se nota porque a pesar de llevar lentejas o fríjol mungo (el de las raíces chinas), se asimila fácilmente, sin gases ni abdomen distendido.
No creo haber visto caras de más terror que cuando se le dice a un paciente que abandone el trigo y todas sus preparaciones, para empezar a resolver un problema digestivo crónico; muchos me reclaman con amargura: “y entonces, ¿qué voy a comer?”. Da la impresión que pan, galletas, tortas y crêpes, son el único alimento disponible en la tierra y sin él corremos el riesgo de perecer y extinguirnos.
Además de lo que ya sabemos que se puede conseguir y que no tiene trigo en ninguna de sus formas, ni siquiera las más “saludables” como el integral: arepas, envueltos, panadería elaborada con harina de arroz, sagú, maíz, quinua, amaranto y muchos más, vamos a proponer esta receta que reúne dos caracteres en extremo importantes: contiene fermentos, “bacterias amigables”, protectoras del intestino, grandes contribuyentes a la defensa del organismo y es muy fácil de hacer, de gran sabor y mucha versatilidad.
La dosa es originada en la cocina india pero se hace con ingredientes que se consiguen en la tienda de la esquina.