Para nadie es secreto, como afirma la Organización Europea de Biología Molecular en un artículo, que la inflamación ha sido mucho tiempo reconocida como un síntoma de muchas enfermedades infecciosas, pero hay creciente evidencia en investigación molecular y epidemiológica que sugiere que también está íntimamente relacionada con una amplia gama de enfermedades no infecciosas, tal vez incluso todas ellas distintas entre sí como tensión arterial alta, diabetes, Alzheimer, Lupus, artrosis, el colon irritable o incluso cáncer. Estas ideas podrían no conducir a una teoría unificada del origen de la enfermedad, pero hace explorar ideas sobre cómo, sin saber, causamos estos estados inflamatorios crónicos que son semilla de una amplia gama de enfermedades.
Nuestra propuesta, antes que buscar los mejores remedios que resuelvan las distintas enfermedades, es proveer al cuerpo de las materias primas que requiere para evitar y combatir esa Inflamación Sistémica de Bajo Nivel que tanto mal hace, en la forma más sencilla y práctica: comiendo lo que se debe comer y evitando lo que hay que evitar para no dar oportunidad a estos procesos crónicos que se desarrollen.
Este artículo quiere dar algunas luces sobre esa segunda parte: evitar lo que se debe evitar en la alimentación, que muchas veces, de buena fe y deslumbrados por la publicidad, se llega a cometer errores que no por ser involuntarios, tienen menos consecuencias.
Condimentos artificiales: en general los saborizantes usados para sopas o caldos, contienen sustancias que no siempre son declaradas o se declaran con verdades a medias, para la muestra un botón, sin ser la única, la empresa fabricante de un “caldo de gallina” fue multada porque ¡encontraron muy poco de gallina en su caldo! (ver noticia: https://bit.ly/2GdYYvM) pero hay ejemplos más perversos porque, en teoría, se usan sustancias permitidas que no por ser tal, son menos dañinas: es el caso de algunos colorantes que se usan para los populares “sudados” pues dan color amarillo a la comida, estos colores (revisar etiqueta) son de origen artificial (ver artículo: https://bit.ly/30O3r1N) con alta probabilidad de alborotar el sistema inmune, a inflamar, lo que lleva a inducir o facilitar el asma en personas susceptibles, facilita el eczema, produce hiperactividad en los niños y llega a alterar hasta el sueño, se encuentra, además, en algunos pasabocas de paquetes coloreados de naranja o amarillo fuerte, muy populares y apreciados entre los niños. Todo esto ligado a inducción de inflamación de bajo nivel.
Otro villano que vale destacar, es el juego de palabras con los omegas. ¿Los necesitamos? Rotundamente sí, pero no todos en las mismas cantidades: hay omega 3, 6 y 9, idealmente la alimentación debería tener muchas veces más omega 3 que omega 6, de lo contrario, cuando prevalece el omega 6, ese alimento es generador de inflamación. ¿Y dónde está ese montón de omega 6? Pues en los aceites que venden generalmente los supermercados, aprobados por que sé yo qué federaciones se encuentran niveles preocupantemente altos de omega 6 que es un socio de las señales de las que se vale el cuerpo para indicar que necesita inflamación, en particular, frente a cantidades disminuidas de omega 3 (ver artículo: https://bit.ly/36h8F7t).
Estos ejemplos no agotan el tema pero quieren despertar la inquietud para decantar la información que recibimos y que induce a errores cuya factura suele ser bastante cara para los pacientes…y no hablo específicamente de dinero.
Dr. Giovanni Zapata Gutiérrez
Especialista Terapias Alternativas
Nutrición Terapéutica
Excelente articulo. Es bueno que la gente en forma gráfica comprenda que los alimentos pueden beneficiar o.perjudicar. Gracias por la idea de esta valiosa herramienta doctor Geovanny.
Muy buena información. Gracias doctor