Desde hace algún tiempo se venía sospechando que las personas que tienen exceso de peso, tienden a tener más frecuentemente dolor, ahora, las investigaciones apuntan a que la sospecha era acertada.
Investigaciones independientes han revisado la susceptibilidad al dolor, medido de 0 a 10 como el máximo y se encuentra con mucha frecuencia dolor de hasta 7 (dolor alto) en muchas situaciones relacionadas con el peso: en uno de los estudios, realizado en la escuela de medicina del instituto Johns Hopkins , con 312 personas, la mitad describió dolor de la espalda baja, seguido de dolores de artritis en el 28% de los casos y dolor de cabeza crónico en el 14% y este panorama se ha repetido en otros escenarios, por ejemplo, donde se analizaron 673 pacientes adultos con dolor y, entre otras, se concluyó que, independiente de problemas ortopédicos derivados del sobrepeso, estos pacientes tendían a tener más dolor que otros similares que no tenían exceso de peso.
El proceso como tal se origina en el sobrepeso mismo que, probablemente, está asociado a consumo de alimentos que facilitan la inflamación y ésta hace que haya mayor sensibilidad al dolor, es decir, un umbral más bajo para el dolor. Tomemos como ejemplo las salsas y las preparaciones para dar sabor a los alimentos: “los aliños”, ellas contienen distintos componentes de demostrada capacidad inflamatoria, confunden el sistema inmune y lo hacen sentir “bajo ataque”, así que empieza a defenderse disparando a diestra y siniestra, pero en esos disparos indiscriminados hay muchas “balas perdidas” que dan contra los órganos, dependiendo de nuestra genética algunos más dados a afectarse que otros, por eso a algunas personas les afecta los huesos, las articulaciones, mientras a otras les afecta el sistema circulatorio, les endurece las arterias lo cual disminuye la llegada de sangre y nutrientes a órganos que se “quejan “ y sientes esa queja con dolor. Muchas personas con sobrepeso tienen alergia y respiran mal durante las horas de sueño y se levantan cansadas y con dolor de cabeza.
No es extraño que en la consulta las personas nos cuenten que, literalmente, les duele todo; muchas veces con dolores que van y vienen y que, además, suelen cambiar de lugar. Adicional a todo este paisaje de dolores, se puede encontrar una gran sensación de cansancio que se siente, incluso, desde el momento de levantarse, pues los factores de inflamación también incluyen sustancias de la sangre que hacen sentir un cansancio permanente, lo cual no sólo deteriora aún más la calidad de vida, sino que dificulta el hacer algo de actividad física, tan necesaria para apoyar el proceso de recuperación.
Pero, una vez planteado el problema, la pregunta es ¿qué puedes hacer para mejorar ese círculo de dolor y exceso de peso? Pues, por fortuna la respuesta es: ¡mucho!
Conviene que sepas que el exceso de proteínas – de cualquier fuente, animal o vegetal – es un agente pro-inflamación y, por ende, favorecedor de sobrepeso y dolor. Tal vez pienses, ¿pero luego las dietas con sólo proteínas como alimento no son para bajar de peso? Y, así es, pero el remanente de toxicidad que generan los excesos de proteínas llevan, tan pronto cesa la dieta, a aumentar mucho más de peso. Peor si esas proteínas provienen de animales que han sido alimentados con concentrados pues – aquí otra de las falsedades que por repetidas suenan a verdad – no todos los omegas son buenos y el exceso de omega 6 que se acumula en estos animales por el consumo de concentrados, hace que se disparen la producción de factores de inflamación llevándote, de nuevo, al ciclo de sobrepeso y dolor. Entonces piénsalo dos veces antes de consumir pescado cultivado: tilapia, trucha, mojarra, salmón (el chileno) o consumir pollo de granja – prefiere los orgánicos o, a. menos, los llamados caminantes -; ni se te ocurra consumir embutidos así te juren que son 90% libres de grasa: ¡el problema no es la grasa! El problema son todos los compuestos usados para conservar esa carne y darle sabor, esos son – de nuevo – facilitadores de la inflamación, por tanto, de aumento de peso y dolor consecuente. No sobra advertir que esa misma acumulación de omega 6 es dada por aceites comestibles comerciales de maíz, canola, mezclas de granos, así que deberías usar aceite de oliva o de Sacha Inchi (para comer crudo) o de coco o de aguacate (para cocinar).
Capítulo aparte merece el gluten contenido en varios cereales como centeno, cebada, y en punta, de lejos, en el trigo. Al llegar al intestino cualquier producto de trigo, así sea integral, genera una reacción alérgica que varía mucho de persona a persona – algunos ni lo notan, otros tienen distensión, gases o diarrea, pero sin importar qué tan leve parezca, pone en alerta a todo el sistema inmune generando la mencionada reacción de acumulación de peso y el dolor asociado. Sólo se entiende cuánto dolor produce, cuando se deja de comer por una temporada en la cual, muy probablemente, disminuya o desaparezca una buena colección de dolores diagnosticados muchas veces – erróneamente – como fibromialgia.
Un gran aporte a la solución es incrementar sustancialmente el consumo de omegas 3, como los contenidos en pescados de mar abierto y profundo (mero, atún, salmón noruego, congrio) o los contenidos en algunos vegetales (aguacate, nueces, berza o kale). Igualmente conviene subir los antioxidantes disponibles en la dieta: arándanos, moras, ciruelas, acaí, vegetales de hoja verde, especias de todo tipo, manzana de marañón, son unas pocas de las muchas opciones que nos brinda el vivir en el trópico.
Por último, no olvidar el antioxidante supremo: la actividad física, el sólo hecho de bajarse del carro unas cuadras antes de llegar a la casa o bailar 20 minutos al llegar de trabajar, basta para producir montones de anti-inflamatorios naturales pues la actividad ayuda a combatir el sobrepeso y las endorfinas son analgésicos naturales que la naturaleza nos ayuda a producir internamente para combatir el dolor.
Dr. Giovanni Zapata Gutiérrez
Especialista Terapias Alternativas
Nutrición Terapéutica