El exceso de peso y las enfermedades crónicas tienen un factor en común: organismo oxidado, ahí deben trabajar los antioxidantes, los cuales no tienen que venir del extranjero, ni ser caros, para ser buenos. Colombia tiene muchos, económicos y muy buenos, en la tienda de la esquina; entérate con cuáles puedes combatir o prevenir estas afecciones.
Desde hace unos pocos años, la moda en salud es hablar de antioxidantes, se han vuelto el componente de actualidad de muchos productos naturistas que salen a la venta al mercado cada día, suelen ser productos importados y exóticos, es decir: caros e inaccesibles para quienes aspiran a ayudarse con sus dolencias o para prevenir enfermedades. Lo cierto es que la anti-oxidación – bien hecha – es un potente auxilio para que el organismo pueda enfrentar los “cocos” de todos los días: sobrepeso, estrés, hipertensión arterial, enfermedades articulares y una extensa lista más, pero no tenemos que mirar muy lejos para encontrarlos, Colombia los tiene y los tiene muy buenos.
Nuestro país tiene el privilegio de estar en una ubicación geográfica con todos los climas y eso da para que haya también sitios donde las plantas son sometidas a altísimas cargas de estrés, lo cual las obliga a desarrollar mecanismos de autoprotección: la anti-oxidación, al consumir esas plantas o sus frutos, incorporamos y logramos apropiarnos de esa protección para aprovecharlo en nuestro organismo…y no hay que buscarlas fuera, todas son nativas de nuestro país.
La lista es extensa: mora, agraz, caimito, corozo, algarrobo, zapote, ahuyama, guayaba, borojó y marañón por sólo mencionar algunos, están dentro de los frutos con mejores indicadores de actividad antioxidante.
Insistimos en la necesidad de consumir vegetales (muchas verduras, poquitas frutas) de distintos colores cada día. El color es la manifestación visual del contenido de sustancias protectoras de esa parte de la planta o es una estrategia de defensa que la planta ha desarrollado para preservarse de algún tipo de daño generado por el ambiente o las plagas y, al consumir esa verdura o fruta, estamos poniendo dentro del cuerpo esas defensas.
No se requieren complicadas recetas, todo lo que hay que hacer es ensayar y aprender pues no a todo el mundo le pueden gustar las mismas verduras y frutas, así que el secreto es que no hay secretos, busca un buen supermercado de verduras – y, ojalá, frutas – orgánicas o, por lo menos, que sean de cultivo de agua limpia, y empieza a hacer tus propias combinaciones.
Hay autores que opinan que, si “la gente tuviera más conciencia de que en el patio de su casa existe una fuente rica en prevención de enfermedades, otra fuera la historia”.
¿Para qué son buenos? Partamos de la base: respiramos oxígeno y éste, por definición, oxida, se empeora con las comidas llenas de grasa, saborizantes, colorantes, estabilizantes.
No es más sino mirar la composición de los promocionados cereales “naturales” para el desayuno para que puedas ver cuánto de su composición es natural.
El ser humano, en la evolución, ha desarrollado antioxidantes, pero el estrés, las carencias nutricionales, desgastan nuestro suministro natural de protección, lo único que queda es obtener esa protección de fuentes externas y naturales: las verduras y las frutas.
No obstante, el consumo de este tipo de alimentos en Colombia es definitivamente baja, según cifras de la Organización Mundial de la Salud, que dice que “se debe consumir 120 kilogramos de frutas y verduras al año, es decir, alrededor de 330 gramos diarios”. Pero en Colombia el consumo anual es solo de 40 kilos anuales, como lo muestran los datos de la última Encuesta Nacional de Situación Nutricional en Colombia, realizada en el 2010.
Las conclusiones describen que 1 de cada 3 colombianos entre 5 y 64 años no consumen frutas diariamente, y 5 de cada 7, también entre 5 y 64 años, no consumen hortalizas o verduras a diario. Este porcentaje poblacional es similar en todas las edades, pero con mayor énfasis en los menores de 18 años, en donde 3 de cada 4 no consumen estos alimentos diariamente.
“Mucha gente alega que no consume frutas y verduras porque no les gusta el sabor o simplemente porque no están acostumbrados”. Precisamente ahí es donde debe ponerse a funcionar la creatividad, por eso no hay recetas fijas, la mejor receta es con la que se siente más a gusto. La fórmula general de la combinación es verdura + fruta + semilla o fruto seco. Por ejemplo, un jugo de espinaca al que se le modifica el sabor con un poco de mora y ajonjolí o un jugo de cogollos de Tudela + zapote +almendras o un jugo de hojas de berza (también llamada kale) con caimito o chontaduro y semillas de chía. La idea es completar esos 330 gramos diarios recomendados donde la mayor parte sea verdura (80%), fruta no más del 20% (siempre que no haya problemas de azúcar o sobrepeso) y una copita aguardentera llena de almendras, marañón, piñones, ajonjolí o cualquier semilla seca, esto aporta muchos antioxidantes combinados con nutrientes que solo se encuentran en los vegetales crudos o cocidos el menor tiempo posible con la menor temperatura posible.
Este cambio en la alimentación tiene además una consecuencia muy buena: favorece al campesino que se dedica a traernos a la mesa todas esas verduras o frutas saludables, le ayuda a mover sus productos, a rotar cultivos y renovar otros autóctonos, favoreciendo la conservación y el desarrollo del campo y, por ende, la naturaleza. Así que la buena alimentación favorece no sólo la salud individual sino la del planeta, ¡es hora de hacer un cambio!
Dr. Giovanni Zapata Gutiérrez
Especialista Terapias Alternativas
Nutrición Terapéutica